
La encantaba sentir el roce de las cuerdas de acero en los dedos, incluso el dolor de las llagas de después y ver como la dejaban marcas lineales surcándole la piel. Observar cómo los folios se iban desplazando lentamente hasta caerse al suelo por el retumbar de las ondas y, sobretodo, sentir cada nota musical en el estómago, como un golpe de calor extraño sacudiéndole las entrañas, como sonido que empuja por salir. Sobretodo la vibración de la nota RE, que la hacía encoger el estómago, pero de una manera placentera.
Porque hay cosas que no se pueden decir ni con todas las palabras del mundo, aunque tu profesor de lengua se empeñe en hacerte creer que si cuando le dices que no sabes como explicar algo. Porque hay cosas que una cámara fotográfica no puede captar, ni podrá hacerlo nunca. Porque hay cosas que solo se pueden decir con la Música.
Te estoy hablando de sentimientos.
Y sobretodo le encantaba sentir la paz de su ser cuando pulsaba las cuerdas sin parar, aunque las yemas de los dedos le ardieran y estuvieran al rojo. Esa descarga de adrenalina, o de nervios, o de lo que sea. Nada importaba ya. Desconectaba. Flotaba.
Todo desaparecía y solo existían ella y ella. Ella y la música.
Solo la Música.
Porque hay cosas que no se pueden decir ni con todas las palabras del mundo, aunque tu profesor de lengua se empeñe en hacerte creer que si cuando le dices que no sabes como explicar algo. Porque hay cosas que una cámara fotográfica no puede captar, ni podrá hacerlo nunca. Porque hay cosas que solo se pueden decir con la Música.
Te estoy hablando de sentimientos.
Y sobretodo le encantaba sentir la paz de su ser cuando pulsaba las cuerdas sin parar, aunque las yemas de los dedos le ardieran y estuvieran al rojo. Esa descarga de adrenalina, o de nervios, o de lo que sea. Nada importaba ya. Desconectaba. Flotaba.
Todo desaparecía y solo existían ella y ella. Ella y la música.
Solo la Música.