Vitorio es un niño de lo menos peculiar, que digo poco peculiar... ¡Raro!, es raro, de esos que nunca se ven.
Vitorio es el típico niño al que las madres no dejaban que sus hijos se acercaran, y eso que solo tenia 5 años ..., pero ellos nunca rechistaban, porque nisiquiera se les pasaba esa idea macabra por sus cabecitas, era demasiado horrible para que a unos niños tan pequeños se les pudiera ocurrir, pero Vitorio era diferente...
¿Seria por su piel pálida? ¿O por sus eternas ojeras? Quizas.... ¿Por su ropa siempre tintada de luto? No lo sabía, y llevaba ya tiempo sin darle vueltas, pero ya que los vivos no se le daban bien....
También le encantaba irse al trocito de campo que había detrás de su casa a las afueras del pueblo, una pequeña colina con un arbol escualido en la cima, de ramas finas y retorcidas, como los huesos de una señora muy muy vieja, de las que apenas tienen dientes y sus caras han pasado a convertirse en pasas, y tumbarse en la hierba de espigas amarillentas, dejando que la luna le blanqueara un poco más la piel, y cuando ella tampoco se dignaba a salir con él ni de noche, cuando nadie la podían ver y criticarla, se abrazaba a la oscuridad y tranquilidad de la noche, al fin y al cabo odiaba los gritos, las risas y los cánticos de los niños despreocupados de todo.
Antes de irse a la cama, siempre cogía unas pocas flores, muertas, claro ... y las sumergía en un jarrón de agua estancada encima de la mesa de la cocina.
Los niños, y ya las madres, le llamaban: "Vitorio, el niño muerto"
Lo que no sabia nadie era....
.... que, en realidad.....
..... si estaba muerto ....