Cierra los ojos, fuerte. Aprieta los dientes cuando los abre. Ve películas que no cobran sentido y lee cuantos libros quiere para no pensar.Recuerda. Pero no llora. No quiere volver a beber ácido y sentir como quema el adiós en el estómago. No quiere permitir dejar que esas sonrisas se tornen amargas. Porque no es un adiós. Es un hasta pronto. Y mientras espera, dibuja aviones en las nubes justo a las 10de la noche, siguiendo la estela con sus manos, apagando los párpados para imaginarse a dónde irán a aterrizar. La recoge Selene. Y cuando los vuelve a abrir, el avión ya ha desaparecido dejando atrás a los rayos del sol, que horas después estarán siguiendo su rastro cabreados, pensando porqué los abandonó de esa manera. Sin saber que el avión ya esta de nuevo aquí. Pero esta vezse olvidó de volver con él.
Buen viaje.
Que preciosapoesíaes ... ...tenertedesnudo en mi cama.
Adriana, olvida a Mía… es una tramposa y una mentirosa. Te hace ver lo que no es. Te dice una cosa y cuando crees que es así, te da una puñalada trapera por la espalda y vuelves a lo mismo de siempre. Otra vez al principio. Otra vez a hacerte sentir como una mierda.
Vente conmigo, enserio… Cógeme de la mano, yo no haré ascos a tu piel amarrillenta y a esos dedos semi-marcados, es más… haré que no los vuelvas a tener así. Yo, Ana, te haré brillar, te enseñaré a ser como quieras ser, te presentare a la perfección.
Eso si, mantén la boca bien cerrada y sella tus labios. Esto es un secreto.
La cena se enfriaba en la mesa, pero ¿Que importaba? Su presente temperatura hacía contraste con su cuerpo caliente y sudoroso, y su lengua había encontrado mejores sabores que degustar: su piel, su saliva. Mientras sus manos recorrían su espalda y sus dedos apretaban su carne, intentando evitar, sin conseguirlo, apagar gritos que se perdían en el repiqueteo de las taladradoras de los obreros al otro lado de la pared, al son de la pelvis de él que se movía a la vez que penetraba una y otra vez dentro de ella acompasados de respiraciones entrecortadas, sintiendo sus dientes clavándosele en el cuello y sus dedos apretando sus glúteos. Deseándole aún más.
El orgasmo compartido seguro que sí lo escucharon los obreros. Seguro. Y luego ella se dejó caer lentamente hacía atrás y se quedó tumbada encima de la mesa de madera de la cocina, con la cabeza de él apoyada en su pecho. El descanso. Giró la cabeza hacia la izquierda mientras le acariciaba el pelo, y pudo observar los restos de lo que iba a ser su cena esparcidos por el suelo junto a los trozos de cristales rotos. Pero no pudo evitar sonreir.
- Me ha gustado tu visita inesperada - Dijo Xanna sin borrar su sonrisa entre risas, como la de una niña pequeña. Y es que ese era uno de sus encantos, o eso la decían siempre. La inocencia a pesar de todo. Él simplemente alzó la mirada riendose para mirarla unos segundos a los ojos y luego la mordió un pezón.
Supongo que aún faltaba el postre.
12.6.10
Me encanta cuando meachuchas ynuestrosdedos de los pies entre cosquillas sehacen el amor.
AdrianaOdiaba el verano. Porque con él llegaban el calor, las piscinas y las faldas cortas. Las que su abuela se empeñaba en comprarla como tres cada año “porque no tenía ninguna” y siempre acababan echas un revoltijo al fondo del ultimo cajón del armario para que su madre se olvidara de que existían y también para que dejara un rato de decirla que ya tenía edad para “vestirse como una mujer” y no con esas camisetas tan largas y sueltas. Amaba el invierno. El frío. El abrigo de los plumas y el hecho de poder ponerse muchas capas de ropa encima para que se la viera lo menos posible el cuerpo. Odiaba el verano, cómo también se odiaba a sí misma. Odiaba cada reflejo y cada espejo: el de cuerpo entero de la habitación de sus padres que se empeñaba en burlarse de ella cada vez que se le ocurría la patética idea de probarse alguna de esas faldas pensando que quizá, ese año, o en ese momento, la sentarían bien. O el que ocultaba una pared entera de su cuarto de baño, que le miraba acusador mientras su rostro se perdía con el agua de la cisterna, mezclándose con su verguenza y las pocas lágrimas que la podían quedar, con la garganta abrasándole la culpa y esas marcas en los dedos que poco a poco la iban delatando.
Era la primera vez que lo hacía en una casa que no era la suya. Después de follar le encantaba quedarse tirada desnuda en la cama viendo como ellos se vestían mientras le lanzaban sonrisitas cómplices, quizás imaginándose lo que la harían si tuvieran la suerte de encontrársela otra vez en alguna parte o sintiendo curiosidad por lo que ella estaría pensando, mientras los miraba impasible a los ojos y a la polla mientras se enredaba un mechón de su pelo rojo al dedo una y otra vez. Y es que todo aquello acababa por ponerla cachonda de nuevo y empezaba a tocarse ella misma, y a retorcerse y a gritar como a ellos tanto les gustaba, y riéndose de vez en cuando al verles los ojos golosos porque ninguno podía echarla el polvo que estaban deseando echarla. Tenían que irse a trabajar, a emborracharse en el bar más cercano, con su mujer o a meterse algo, ¿Qué sabía? Pero a veces tenía suerte y se rendían antes de llegar a la puerta, tiraban todo bruscamente al suelo y corrían hacia su cama mientras se desvestían por el camino, inundando su casa de gemidos y de olor a hombre otra vez.
Pero esta vez estaba en su casa, y no estaba dispuesta a irse sin dejar su fragancia en sus sabanas para que cada vez que la oliera no pudiera evitar ponerse duro y tener que volver a llamarla.
Se acercó a él por la espalda y entre risas le dio un pequeño mordisco en la oreja.
- Vamos… ¿A que esperas? – le dijoXannaremolona. – Voy a empezar a pensar que te gusta hacerte de rogar.
- Espera, espera… - le contestó suavemente mientras se apartaba de ella y encendía un radícasete. – Que voy a poner música. Que prefieres…. ¿La radio o….?
- OH… ¡Que más da! Cómo si fuéramos a estar pendientes de lo que está sonando. – Le contesto con una sonrisa de oreja a oreja, mientras se sentaba en su cama y se empezaba a bajar el tanga, y él resoplaba impaciente y se daba la vuelta siguiendo con su tarea. Ella empezaba a reír y se lo tiraba a la cabeza, y al darse la vuelta se la podía encontrar desabrochándose los últimos botones de la camisa y con las piernas abiertas invitándole a entrar.
Y eso es lo que hizo en cuanto la música empezó a sonar: Entrar en ella. Llenando la habitación de letras ininteligibles para ellos, dejando los gritos de Xanna en punto y aparte.
- Ya entiendo tu afán de venir a hacérmelo a mi casa. Tu cama es una quejíca. ¿Estás seguro de que aguantara,Toro? – Dijo divertida con la respiración entrecortada.
- Si… si… - le contestó entre jadeos. - ¿Por qué te crees que he puesto la música? Para que los vecinos no escuchen el ruido de la cama…. Ni tus gritos
Un grito fue lo que obtuvo como respuesta. Y luego otro, y otro….
Y es que no sabía lo que tenía ese hombre que la volvía loca, pero no podía sacárselo de la cabeza ni de su entrepierna. Era la primera vez que repetía con alguien y estaba dispuesta a volver a hacerlo. En su casa, en la suya, en la cocina, en la ducha….Eso sí. Sin saber nunca su nombre. Por que si no sabes como se llama alguien, es como si fuera un desconocido. ¿No?
3.6.10
ASunnyle gustaba imaginar que el algodón de azúcar en realidad eran las nubes del cielo, no de esas oscuras y feas que salen los días de tormenta, sino esas nubes dulces que se transforman en conejos, pajaritos y demás cosas bonitas para que los niños los vean tumbados en cualquier suelo de cualquier parte del mundo, y que unos hombres llamados "CazaNubes" eran los encargados de atraparlas para que se las vendieran a la gente; por eso siempre te dejaba esa calidez el en estómago, ese regustillo empalagoso en la boca y una sonrisa de niño en la cara.