Xanna era como una pequeña niña francesa con una piruleta en la mano: risueña, con una feliz risita traviesa y los grandes ojos azules como el óceano iluminados por el reflejo del sol...la única diferencia era que Xanna tenia 20 años y reía divertida observando, de reojo, la mirada penetrante que le lanzaba el varón desnudo que tenia sobre su cama mientras ella buscaba el bulto que tenía bajo los boxers y lo acariciaba con la punta de la lengua; y luego gemía mientras él la tocaba con esas manos que tanto le gustaban; cosa que no hacía la pequeña niña francesa que se balanceaba feliz en un columpio con una piruleta en la mano al otro lado de la ventana.
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