PARTE II
[...]
No recuerdo lo que el reflejo me enseñó, a partir de ahí tengo una laguna oscura.
Cuando abrí los ojos de nuevo, me encontraba otra vez tumbado en la misma cama de antes, rodeado de los mismos aromas y de las paredes de plaquetas y cortinas largas y blancas, con la puerta, ahora cerrada, del servicio al final del lado derecho de la habitación, y al lado izquierdo, una percha con algo que anteriormente debió de ser una gabardina, pero estaba desgarrada, y a su lado, una mesa en la que había encima ropa de varón, un manojo de llaves y muchos papeles esparcidos, uno me recordaba a los típicos de carné de conducir.
Instantáneamente, por puro instinto, mis manos se dirigieron hacia mi rostro, haciéndome sentir una quemazón horrible al contacto, parecida a aquella vez que estaba friendo un huevo en mi apartamento y me salpico aceite hirviendo a la mano y rocé con suavidad la llaga que había salido momentos después… pero bastante mas intenso y doloroso, casi inaguantable, perdurable…
Sin embargo, no noté ni piel, ni la curvatura de mi nariz, ni mis ojos… nada, solo una textura que bien me recordaba a una tela. Palpé, y pude comprobar que toda mi cabeza estaba cubierta por una fuerte capa de vendas que cubrían todo mi rostro, ni siquiera podía notar si debajo había algún resquicio de pelo capilar.
Me lleve, despacio, los dedos a mis labios, pero mis uñas chocaron contra los dientes. Me pasé la yema de uno de mis dedos con lentitud por toda la fila de dientes, dándome cuenta que había algún hueco. Asustado, escruté a mi alrededor y pude comprobar que estaba conectado a una maquina con unos tubos finos que llegaban hacia mi cama. Con mis manos los seguí, y comprobé, con cuidado, que estaban conectados por la zona dónde debería de estar mi nariz, pero solo pude distinguir dos orificios en la ¿Carne?
Comencé a llorar, primero despacio, luego sin poder parar, sin entender nada, frustrado, asustado… aterrorizado, mientras todo mi cuerpo temblaba y sentía un dolor horrible de nuevo en mis costillas. ¿Qué estaba pasando? O… ¿Qué había ocurrido? Grité. Oí un pitido algo ensordecedor, parecido al que ponen en la televisión cuando alguien dice una palabra malsonante, pero constante y agitado, y de pronto entraron unas personas vestidas de blanco, seguidas de una mujer bastante hermosa que se llevaba las manos a la boca, con una expresión de terror y angustia en la cara que no recuerdo haber visto nunca antes y espero no volver a ver. Me desvanecí.
Cuando abrí los ojos de nuevo, me encontraba otra vez tumbado en la misma cama de antes, rodeado de los mismos aromas y de las paredes de plaquetas y cortinas largas y blancas, con la puerta, ahora cerrada, del servicio al final del lado derecho de la habitación, y al lado izquierdo, una percha con algo que anteriormente debió de ser una gabardina, pero estaba desgarrada, y a su lado, una mesa en la que había encima ropa de varón, un manojo de llaves y muchos papeles esparcidos, uno me recordaba a los típicos de carné de conducir.
Instantáneamente, por puro instinto, mis manos se dirigieron hacia mi rostro, haciéndome sentir una quemazón horrible al contacto, parecida a aquella vez que estaba friendo un huevo en mi apartamento y me salpico aceite hirviendo a la mano y rocé con suavidad la llaga que había salido momentos después… pero bastante mas intenso y doloroso, casi inaguantable, perdurable…
Sin embargo, no noté ni piel, ni la curvatura de mi nariz, ni mis ojos… nada, solo una textura que bien me recordaba a una tela. Palpé, y pude comprobar que toda mi cabeza estaba cubierta por una fuerte capa de vendas que cubrían todo mi rostro, ni siquiera podía notar si debajo había algún resquicio de pelo capilar.
Me lleve, despacio, los dedos a mis labios, pero mis uñas chocaron contra los dientes. Me pasé la yema de uno de mis dedos con lentitud por toda la fila de dientes, dándome cuenta que había algún hueco. Asustado, escruté a mi alrededor y pude comprobar que estaba conectado a una maquina con unos tubos finos que llegaban hacia mi cama. Con mis manos los seguí, y comprobé, con cuidado, que estaban conectados por la zona dónde debería de estar mi nariz, pero solo pude distinguir dos orificios en la ¿Carne?
Comencé a llorar, primero despacio, luego sin poder parar, sin entender nada, frustrado, asustado… aterrorizado, mientras todo mi cuerpo temblaba y sentía un dolor horrible de nuevo en mis costillas. ¿Qué estaba pasando? O… ¿Qué había ocurrido? Grité. Oí un pitido algo ensordecedor, parecido al que ponen en la televisión cuando alguien dice una palabra malsonante, pero constante y agitado, y de pronto entraron unas personas vestidas de blanco, seguidas de una mujer bastante hermosa que se llevaba las manos a la boca, con una expresión de terror y angustia en la cara que no recuerdo haber visto nunca antes y espero no volver a ver. Me desvanecí.
***
Hoy, es el primer día de mi vida. Creo que tengo 35 años, al menos eso pone en una hoja de partida de nacimiento que dicen ser mía, y debo de llamarme Mike, ya que es el nombre con el que se dirigen a mí las personas que me rodean, pero yo no conozco a ninguna de ellas; me siento como un niño pequeño perdido en un centro comercial o en pleno Michigan.
FIN
1 comentarios:
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